domingo, 24 de julio de 2011

CAOS EN NORUEGA 93 ASESINATOS

Lago Tyrifjorden
La isla de Utoeya permanece cerrada mientras la policía logra reunir pruebas de la escena del crimen.
El lago Tyrifjorden, a sólo 40 kilómetros al oeste de Oslo, refleja la tradicional calma noruega: aguas tranquilas rodeadas de colinas boscosas y un cielo despejado.
Desde la orilla, es casi imposible conectar esta escena con lo que pasó en la idílica isla de Utoeya, ubicada en medio del lago.
 
Lo único que recuerda que en ese lugar ocurrió la masacre de 93 noruegos el pasado viernes es la salida constante de barcos de la Cruz Roja, que continúan la búsqueda de desaparecidos.
La isla permanece cerrada mientras la policía logra reunir pruebas de la escena del crimen y los forenses llevan a cabo las autopsias de los cuerpos que han sido recuperados hasta esta hora.
Mientras los detalles van surgiendo poco a poco, la policía ha dicho que el atacante pudo continuar con su metódica y bien planificada matanza durante 90 minutos antes de ser capturado finalmente por un equipo de las fuerzas especiales.
No hubo un enfrentamiento final con la policía. El pistolero se entregó porque había agotado todas sus municiones.
Fuentes del hospital Ringerike, en donde se encuentran 16 heridos en el tiroteo, aseguran que el agresor empleó las denominadas balas expansivas o "dum-dum", que tienen los extremos huecos para que el núcleo se fragmente en el impacto.
Las controvertidas balas expansivas, cuyo uso está prohibido en las guerras desde 1899, se emplean en ocasiones muy concretas -como en la caza mayor- debido al tipo de daños que causan.

Los retrasos

Varios sobrevivientes han hablado de la cantidad de tiempo que tardó la policía en llegar a la isla.
La propia policía ha admitido que los policías de la unidad de operaciones especiales tuvieron que conducir desde Oslo, una vez recibida la alerta. Por si fuera poco, luego fue necesario que esperaran un bote.
Amigos y familiares de las víctimas
Varios servicios religiosos se llevaron a cabo este domingo en honor a la víctimas.
Cuando la embarcación -que era muy pequeña- arribó y el equipo embarcó, el motor se detuvo.
En total, aseguran haber tardado 45 minutos.
Si hubiesen tenido a su disposición un helicóptero, habrían llegado a la isla en 15 minutos. De esa forma, quizá, muchas vidas se habrían salvado.
Pero no fue así.
Mientras las fuerzas especiales intentaban llegar, el hombre armado se abrió camino en la pequeña isla que albergaba a unos 700 miembros del ala juvenil del Partido Laborista, muchos de ellos adolescentes.
Según los sobrevivientes, pidió a los jóvenes que se acercaran a él en varias ocasiones, diciendo que había venido a ayudar (vestía un uniforme de policía). Luego, cuando ya estaban cerca, sacaba una de sus armas y les disparaba.
Los que no murieron en el acto, según testigos presenciales, fueron rematados con un tiro en la cabeza.
Sabiendo que no se encontraba amenazado por ninguna de fuerza de seguridad, el atacante fue incluso capaz de caminar a lo largo de la costa, secuestrando a quienes se habían zambullido en el agua y trataban de escapar nadando.
Las primeras personas que acudieron al rescate de los jóvenes eran lugareños que oyeron los disparos y salieron en sus propios barcos a recoger a quienes intentaban huir de la isla.

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